jueves, 21 de noviembre de 2013

La peli de Batato, dirigida por Goyo Anchou y Peter Punk

    La Peli de Batato ( o la peli de Goyo, Peter y Batato debería decir) le da un giro muy novedoso y necesario al género documental foráneo. Especie bastardeada si las hay, donde el realizador suele ubicarse en un podio frío y distante desde donde mira al personaje o al hecho y lo convierte a su vez en algo sublime y heroico, gracias a esta película, hoy recibe un cachetazo de sensibilidad, gracia estética, elocuencia, honestidad brutal y desgarradora. Y eso no es poca cosa.
   El objetivo del rejunte puede ser un arma de doble filo. Cuando hay mucho registro del pasado es  muy difícil encontrar coherencia en el relato, y en eso esta película da una clase magistral, porque gracias al montaje y a los efectos simples pero lisérgicos que seguramente aportó Goyo, logra tener peso propio más allá de la historia del personaje.
   Batato Barea encontró la muerte demasiado pronto pero pudo pasar un legado. Peter Punk (realizador, performer, artista urbano) se convirtió entonces en el portador de aquella antorcha y tuvo la tremenda carga de que no se apague. Al encontrarse con el director Goyo Anchou logró que toda esa incongruencia en VHS tomara forma y se transformara en una película esencial para cualquier amante del género.
   Película no apta para bienpensantes muestra escenas extremas de sexo y under que por lo mal que están grabados no impresionan demasiado, y esa es una virtud, no un defecto. El under es sucio, el under es oscuro, el under son jirones que deambulan sin sentido. Y Batato era el under a mediados de los 80´s y principio de los ´90´s.
   Toda su obra, su pensamiento, su vida, sus deseos, sus angustias y su controvertida existencia están expuestos en esta película, pero no de manera endiosada o grandilocuente sino de forma, simple, espiada, observada para que el espectador se conecte de la forma de quiera con Batato, tal como sucedía en el under. No hay reglas, no hay imposiciones. Simplemente sucede.
   Gracias a esta mirada de Goyo y Peter la voz de Batato retumba delicada y contrariada, profundamente humana, y la figura del artista emerge hoy en la salita de cine, tal como surgía en la mugre de los espacios under. Es mágico, Batato está ahí y te habla, aunque no te mire, y te cuenta lo que siente no sólo con sus propias palabras sino con sus silencios y su mirada de niño herido. A su vez, un coro de notables sostiene este discurso tan original. Urdapilleta, Gasalla, Verónica Llinás, Alejandra Fletcher, Tortonese, Jorge Dubatti, Carlos Belloso y muchos otros que compartieron su vida con Batato, recrean una gran polifonía y diversidad que termina de darle armonía a toda la película.
   El final es un alegato que quizás debería haberse planteado en algún momento de las 3 horas que dura la proyección. Funciona, emociona, aunque no era de eso de lo que se venía hablando, pero se entiende recién ahí (y gracias a una voz muy especial) la verdadera intención de la película, y el real orgullo que sienten sus realizadores.

   Voy a terminar el artículo usando una idea que ronda toda la película, una imagen construída porque jamás se ve pero varios la describen, y es la Batato cargando pesadas bolsas. Esa sensación de que portaba su vida abollada, de que deambulaba con su historia a cuesta es la que mejor describe a este ser puro, diferente, extraño, tierno, indefenso que se ponía la piel de lobo para subir a un escenario, y a quien la vida no le dio tiempo de elegir un nuevo disfraz.